Aprender jugando
Cuando estaba en la universidad vi una materia llamada tecnología didáctica, y la profesora que impartió esa asignatura tenía un don increíble para imprimir dinamismo en sus clases y mantenerme siempre interesado y atento, recuerdo particularmente una clase donde nos presentó una serie de juegos didácticos para aprender química, en aquella ocasión resultaba una novedad, pues en mis estudios de bachillerato jamás vi de esta manera la asignatura y mucho menos se hablaba en esos años de gamificación del aprendizaje, lo cierto es que lo aprendido en tecnología didáctica sirvió para abrir mi mente a una nueva y divertida forma de enseñar, es por ello, que procuro siempre dejar espacio para el juego y la diversión en mis clases, pero eso sí, con el propósito de aprender y de incentivar la creatividad de mis estudiantes.
Para dar un poco de fundamento a todo esto, puedo decir que; los juegos didácticos ofrecen la posibilidad de un trabajo cooperativo y potencia que los estudiantes sean gestores de su propia formación y desarrollo, siendo nosotros los docentes un guía del proceso de aprendizaje capaz de atender a las necesidades educativas de los estudiantes.
Podemos comprobar como el uso de esta metodología nos permite llegar al estudiantado con mayor facilidad, despertándoles el interés por la química (y cualquier otra área de aprendizaje), y fomentar la adquisición de los contenidos de manera más sencilla, involucrándolos en todo momento en el proceso de enseñanza- aprendizaje, sólo así conseguiremos que los estudiantes aprendan las nociones básicas de esta apasionante materia. En este sentido adquiere especial importancia las palabras de Franklin, científico e inventor estadounidense, con las que sintetizamos la finalidad de los juegos didácticos en la enseñanza :
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo” ( Benjamín Franklin,1706-1790).
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